Antiguas estructuras de molienda salpicaron el municipio, aunque en la actualidad sólo quedan unos pocos vetustos restos de un floreciente pasado de la decena que funcionaron, en su mayoría ya a principios del siglo XVII, lo que sitúa su construcción en el siglo anterior. En total se cuentan por 32 las ruedas existentes, repartidas en dos o cuatro en las diferentes casas, que formaban los molinos, todos hidráulicos, aunque algunos fueron alimentados con agua de río y otros con la de mar. Las diferencias entre ellos era que los primeros compensaban la falta de presión con la acumulación en una presa, mientras que los segundos aprovechaban el flujo de la pleamar, aunque todos ellos constaban de dos pisos y tenían como elemento fundamental la rueda hidráulica horizontal, que era el sistema más sencillo.
Ya desaparecidos, tuvieron una gran actividad en su época el Molino de la Regana en Ongayo, los de Sanjero, Sala, La Lastra, Fresnedo y La Pica en Hinojedo y los de Pero Mosto, Espino y La Casuca en Cortiguera. Hoy en día queda en pie una pequeña ruina del Molino de Espino y una reconstrucción del de La Lastra.
Del Patrimonio Industrial también es destacable la Batería de San Martín de la Arena, actualmente en ruinas, que constaba de un pequeño cuerpo de guardia, un almacén y repuesto para pólvora y estaba dispuesta para albergar de cuatro cañones a 12 y un sargento y doce hombres, además de dos artilleros.
Por último, es obligado visitar el faro de Suances, que empezó a funcionar en el año 1863 y consta actualmente de un sistema giratorio de paneles y lámparas de haz sellado.