Historia
1702
page-template,page-template-full_width,page-template-full_width-php,page,page-id-1702,eltd-core-1.2.1,borderland-theme-ver-2.5,ajax_fade,page_not_loaded,smooth_scroll,paspartu_enabled,paspartu_on_top_fixed,paspartu_on_bottom_fixed, vertical_menu_with_scroll,wpb-js-composer js-comp-ver-7.7.2,vc_responsive

Descubrir Suances

Historia

q
PREHISTORIA

Los vestigios arqueológicos recuperados en el municipio de Suances atestiguan una industria lítica correspondiente al Paleolítico Inferior, confirmando que el hombre primitivo de entre 200.000 y 37.000 años antes de Cristo habitó en la zona antes del Homo sapiens más evolucionado del Paleolítico Superior. La presencia continuada en el municipio queda patente tras los descubrimientos de útiles y materiales correspondientes a los periodos Solutrense (entre los años 18.000 y 15.000 antes de Cristo), Mesolítico, Asturiense, Neolítico e incluso en la Edad del Bronce, gracias a un puñal encontrado en Hinojedo y datado entre el 900 y el 750 antes de Cristo.

DOMINACIÓN  ROMANA

Años después llegó la invasión romana y con ella la identificación de Suances como el famoso Portus Blendium, tal y como citó el famoso geógrafo romano Cayo Plinio o Plinio El Viejo (23-79 después de Cristo) en su obra ‘Naturalis Historia’. La importancia del puerto se reforzó a lo largo de los siglos, y mucho tiempo después, a mediados del XX, un historiador alemán confirmaba que esta infraestructura estratégica fue un elemento clave para el desembarco de la flota aquitana durante las Guerras Cántabras y de aprovisionamiento de los soldados. Tras muchos estudios y teorías, la localización de los autores actuales del Portus Blendium se sitúa en el lugar denominado ‘El Esquilar’, junto al antiguo barrio de Santiuste.

LA ÉPOCA OSCURA

Tras la fructífera época romana, la historia se sumerge en una oscuridad total, documental y arqueológica, lo que se refiere a los siglos altomedievales, del V al VIII, y no es hasta el siglo IX, en el que aparece la primera referencia documental precisa sobre Suances en el Cartulario de Santillana del Mar. El escrito más antiguo de los fechados –de 28 de mayo de 870– deja constancia de una donación de las ‘baselicis’ (‘basílicas’) en ‘Suancies’ a la Abadía de la vecina villa románica. Las cesiones continúan en los años posteriores, certificando la existencia del resto de los pueblos del municipio y su sujeción al dominio señorial eclesiástico de la Abadía de Santillana: Hinojedo en 998; Puente y Avíos (estaban separados) en 1022; Ongayo en 1026; Cortiguera en 1107 y Tagle en 1021.

LA EDAD MEDIA

En la Edad Media, Suances se configuró bajo dos ámbitos jurisdiccionales distintos, correspondientes a sendas esferas del régimen señorial: El abadengo y la betrehía. Según se recoge en el Libro Becerro de las Behetrías, de 1352, en tiempos de Pedro I el Cruel la primera opción, dependiente de la Abadía de Santillana, corresponde a Suances, Cortiguera, la mitad de Hinojedo, un solar de Avíos y dos de Tagle; mientras que en régimen de behetría, es decir, de condición jurídica libre, se encuentran Ongayo, la mitad de Hinojedo, más de la mitad de Tagle, casi todo Puente Avíos, un solar de Cortiguera y dos de Suances. No obstante, esta pequeña libertad de los pueblos se quebró poco después y en 1404, tal y como figura en el Apeo de Pedro Alonso de Escalante, todas las behetrías desaparecieron bajo el manto dominante del señorío de la Casa de la Vega, que pasó a ser propiedad de los Mendoza.

 

Estratega y ambicioso, el poderoso almirante de Castilla Diego Hurtado de Mendoza pronto vislumbró las posibilidades del puerto de San Martín de la Arena y para que nada escapase a su control empezó a construir una torre a la entrada de la ría que no llegó a estar acabada hasta 1437, ya en manos de su hijo, Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana. Utilizando el puerto para dominar el comercio con Castilla, la dura competencia con Santander frustró las expectativas de los Mendoza y a finales de siglo los Reyes Católitos otorgaron los derechos sobre el abra y el puerto de San Martín a los santanderinos, confirmados en 1508 por la reina Juana. En 1557 la lucha de los concejos de Cortiguera, Cuchía, Cudón, Hinojedo, Miengo, Polanco y Suances dio sus frutos y por fin sus vecinos legalizaron su potestad para pescar en alta mar y en el puerto de San Martín de la Arena, su ría y sus canales (este derecho fue confirmado por una sentencia de la Real Chancillería de Valladolid de 1667).

EDAD MODERNA

En los siglos XVI y XVII la actividad pesquera y el comercio eran la base económica de Suances conjuntamente con el cultivo de cereales, la extensión del maíz, la vid y la ganadería. La pesca se centraba en determinadas especies como el besugo, el congrio, la sardina o el mero. Como ejemplos, la costera del besugo de 1680-81, con 2.406 docenas o la de la sardina, que en 1681 alcanzó los 97 millares. Muchos menos ejemplares, pero mayor importancia alcanzaron las numerosas pescas de ballenas que proliferaban en la costa de Suances, imprimiendo aún mayor riesgo a las duras vidas de los audaces pescadores, avezados en la lucha contra los elementos.

 

Con tanta profusión del sector no es extraña la constitución de la Cofradía de Pescadores o el Cabildo de Mareantes, de la que se desconoce la fecha exacta de su creación, aunque las primeras ordenanzas que se conservan datan de 1693. Los hombres pertenecientes a este colectivo, que eran la mayoría de los varones suancinos de entre los 12 y los 80 años, llevaban una vida muy penosa a bordo de embarcaciones encomendadas a los santos y a las vírgenes de la zona, con nombres que se correspondían a las denominaciones de las iglesias, abadías y ermitas de la zona.

 

En cuanto a las funciones comerciales del puerto, basta decir que incluso registró la venta de esclavos, certificada documentalmente en escritos que datan de 1625 y 1641. No obstante, la mercancía transaccional más frecuente era el pescado escabechado, sal, los textiles, etcétera. Ligadas al comercio se encuentran otras actividades que adquirieron su auge en función de las mercancías transportadas, como el escabechado, la realización de cestas y barriles e incluso la construcción naval.

EDAD CONTEMPORÁNEA

No obstante, a pesar de esta prolífica actividad y a que la mayoría de los habitantes de Suances eran hidalgos, o nobles, pero sin dinero, el siglo XVIII obligó a emigrar a gran parte de ellos, forzados por un notable desequilibrio entre los recursos limitados del municipio y la elevada población. El destino preferente, además del socorrido Nuevo Mundo (Las Indias, sobre todo Perú, Cuba y México) fue Andalucía y Castilla. La emigración trajo consigo una gran desestructuración familiar y el peso de la familia a cargo de la mujer, muchas viudas jóvenes con varios hijos a su cargo, que debieron afrontar en solitario las labores agrícolas y demás trabajos para dar sustento a la familia.

 

En el siglo XIX, y tras la Guerra de la Independencia en la que El Torco sirvió para albergar a las tropas francesas, llegó el momento de la constitución del Ayuntamiento de Suances, que tuvo lugar en pleno Trienio Liberal en el año 1822. Las localidades que formaban esa incipiente Administración eran Cortiguera, Ongayo, Puente Avíos, Hinojedo y Suances. Trece años más tarde cambió el Consistorio y se formó el de Ongayo, añadiendo a los pueblos citados Tagle y Ubiarco. La historia del municipio dio por último otra ‘vuelta de tuerca’ en 1890 con el traslado de la capital y nombre del Ayuntamiento a Suances, manteniéndose hasta la actualidad.

 

Los últimos años del siglo XIX trajeron consigo una auténtica revolución en la economía municipal, ya que en 1878 la Real Compañía Asturiana de Minas construyó un malecón como dique de encauzamiento y canalización de la ría para que pudieran entrar los buques más grandes y de más calado hasta donde se encontraba la Asturiana de Zinc, justo detrás de la Masera de Cortiguera. A raíz de esta importante obra, Suances experimentó una notable evolución, al ganarle terreno al mar y expansionarse, partiendo en dos la costa de La Ribera, que primero era una playa enorme con más de tres kilómetros. De esta forma, lo que era todo playa y arena se transformó en un lugar ideal para construir, al avanzar el dique unos 50 metros al mar. Esto dio lugar a las primeras construcciones junto al mar que conocemos actualmente, que datan de 1880, acompañadas de instalaciones balnearias que se beneficiaron de la apertura de la carretera de Barreda a Suances.

Y poco después, en 1904, se construyó uno de los edificios más emblemáticos de Suances, sobre todo para los lugareños de más edad: El castillo que se alzaba imponente sobre la playa de Los Locos y dominaba cual torre de vigilancia la playa de La Concha fue realizado por Florencio Ceruti y Castañeda, que fue alcalde de Torrelavega entre 1901 y 1906. Como movido por un resorte invisible a partir de la finalización de esta emblemática edificación, hoy reconstruida en un hotel y restaurante, Suances inició su despertar turístico, comenzando un fructífero periodo en el que la villa logró situarse en el destino de muchos visitantes y en el lugar donde construyeron su segunda residencia los ciudadanos más pudientes de la vecina Torrelavega.

 

La expansión turística de la localidad tuvo sus ‘años de oro’ a partir de los 80, con la construcción de numerosos apartamentos, pisos y viviendas, así como hoteles, hostales, restaurantes, mesones, pubs, etcétera. La hostelería aprovechó el creciente interés no solo de los turistas, sino también de los jóvenes de las localidades cercanas y Suances se convirtió en el lugar ideal de miles de personas para veranear, salir, comer y disfrutar del tiempo libre. La excelente infraestructura turística de la villa ha permitido mantener el nivel de ocupación también en la época de ‘vacas flacas’, a partir del cambio de siglo, y los servicios continúan siendo una de las principales fuentes de nutrición de la economía del municipio.